La Humanización Incompleta

Dr. Marcelo Muro
Humanidad Incompleta

¡Hola!

Comenzamos un nuevo “viejo” año y Pyramides RA iniciará su actividad la semana próxima con
su primer Conversatorio virtual de temas de actualidad, vinculada en este caso con “La
comunicación en tiempos de crisis”. Ya irán recibiendo la información de nuestros proyectos
paulatinamente. Esperamos contar con ustedes en cada actividad y abiertos a las sugerencias
que pudieran surgir.

Este año pensamos brindarles una editorial, seguramente de aparición mensual, que escribirá
algún miembro de este equipo de trabajo, sobre realidades vigentes o sobre las cuales
consideramos necesario expresarnos.

Los saludo con un abrazo fuerte

Marcelo Muro.

LA HUMANIZACION INCOMPLETA

Muchas veces me han preguntado sobre el significado de los factores humanos.
Habitualmente intento aclarar que es una multidisciplina, que no se agota en la visión habitual
de estudio del manejo de los recursos humanos, que no se ajusta solamente a los objetivos
del coaching, que la sicología del comportamiento representa solo un capítulo, y que las
teorías de la calidad, la ética en sus distintas versiones, o la seguridad del paciente, contienen
algunos conceptos pero no se logra solo con ellos la integración que esta perspectiva requiere.

Creo que algo similar nos pasa con la humanización.

Al igual que las inundaciones nos obligan a visualizar en carne propia realidades coexistentes y
que percibimos como alejadas y como he mencionado en alguna charla de organización para
desastres, “ las inundaciones nos ponen la basura sobre la mesa, la calamidad mil veces
detenida justo fuera de los umbrales mismos de nuestra atención, que por el tiempo que dura
el fenómeno, al menos, nos exige resolver el problema en gimnasios, escuelas y otros lugares
de evacuación”; la pandemia que estamos transitando parece exponer salvajemente como
desastre global y simultáneo, lo mejor y lo peor que nuestra especie humana puede ofrecer.

Escuchamos múltiples expresiones de sorpresa, azoradas e hipercríticas, ante tremendo
festival bizarro que por momentos parece contradictorio, cambalachesco, urdido en el
imaginado aquelarre de entes malintencionados que solo contienen el mal, lo negativo, las
voces mediáticas de toda bandera e idioma que en un 70 por ciento transmiten conceptos de
dudosa existencia, que pregonan y levantan la plegaria de la humanización.

No pretendo en estas breves reflexiones profundizar en el vasto mundo que la literatura de
todo tipo le ha brindado a tamaño tema.

Niranjan Kissoon en su artículo Bench-to-bedside review: Humanism in pediatric critical care
medicine sintetiza parte de ello.

“La palabra «humanismo» tiene varios significados. En su sentido más amplio, el humanismo es
‘un sistema de pensamiento que define una doctrina sociopolítica cuyos vínculos superan los
de las culturas desarrolladas localmente, para incluir a toda la humanidad y todas las
cuestiones comunes a los seres humanos’. El humanismo cultural es la tradición racional y
empírica que ahora constituye una parte básica del enfoque occidental de la ciencia, la teoría
política, la ética y el derecho. El humanismo moderno también llamado ético es una filosofía
naturalista que rechaza todo sobrenaturalismo y se basa principalmente en la razón y la
ciencia, la democracia y la compasión humana».

Y agrega “El humanismo no se puede legislar, se debe inculcar en la cultura. Fomentar el
humanismo nos exige no solo predicar con el ejemplo, sino también enseñar estas
dimensiones”.

Por otra parte Branch señaló que las organizaciones han pedido repetidamente un mayor
énfasis en las dimensiones humanísticas de la educación médica por ejemplo. Sin embargo,
aunque generalmente se asume que los estudiantes de medicina y los residentes aprenden el
humanismo a través de la enseñanza formal y la observación de los médicos de la facultad
como modelos a seguir, hay poca evidencia que respalde la efectividad del modelo de roles de
la facultad como se practica actualmente.

Finalmente la Dra. Edith Eger, profesora de sicología en la Universidad de California, rebela en
su obra “En Auschwitz no había Prozac,” que aunque las historias que vivimos sean diferentes,
muchos nos vemos atrapados por nuestros pensamientos, nuestras creencias determinan
cómo nos sentimos, qué hacemos y qué consideramos posible. Y relata que si bien “estas
creencias que nos encorsetan aparecen y nos afectan a cada uno de manera diferente, hay
cárceles mentales que contribuyen al sufrimiento.”

Lo que me impresiona importante expresar aquí es que la simplificación y tergiversación, a
veces deliberada del concepto de” lo humano” como ser y sus atributos, no nos ayuda
prospectivamente. Es fundamental comprender esta existencia y sus producidos en sus
distintas culturas de origen, sus historias sociales, sus procesos históricos que conducen al
camino de la interpretación tal vez más acertada de los presentes y fundamentalmente en qué
contexto les toca actuar. No todo es universable, ni generalizable, permítaseme estas
expresiones. Ya que el ser humano también contiene en sus actos individuales y colectivos
muchas de las condiciones que parecen sorprendernos, desalentarnos, y desindentificarnos
con lo cual la incertidumbre propia de un acontecimiento tan grave se profundiza.

Me impresiona un verdadero sesgo socio cognitivo: seguir sin reconocer que el error , los
egoísmos, la ausencia de comportamientos solidarios, la fatiga y otras limitaciones, la gama de
conductas del “sálvese quien pueda”, o las variaciones individuales son parte de lo esperable
en situaciones de crisis tan profunda, cuando en realidad también lo son en situaciones
normales ya que como menciona la Dra. Eger integran la estructura íntima del ser.

Y entonces, ante tal sesgo parece que todo será peor de lo esperado. Porque tal vez el error es
¿Qué esperamos? La incertidumbre se hace eterna y los escalones para subir y salir de ella no
aparecen como firmes y la potenciada y real caída de todos los modelos que en distintos
lugares del mundo prometieron solucionar con distintas ideologías los problemas de hombres ,
mujeres , niñas y niños han quedado desnudos ante tan inexacta e imprecisa expectativa.

Es interesante observar cómo se refieren con una superficialidad alarmante, por ejemplo a
procesos como el de la resiliencia. Con la pretensión de hacerlo más accesible y manejable, se
simplifica un proceso de manera tal que genera que aquel que no se sube al tren de la
resiliencia se sienta casi disminuido, porque no la entiende, no la siente ó todavía no es el
momento en su situación en que pueda notar cómo y de qué manera puede beneficiarlo.

Lidiar con esta realidad, donde coexisten los altos y los bajos, el vaso medio lleno y el vaso
medio vacío , lo mejor y lo peor esperable de nuestra especie, representa la humanización en
sentido completo y será así un poco más fácil delinear y ver por donde dar nuestro próximos
pasos y cuándo estamos realmente en condiciones de hacerlo. La ablación iterativa de lo
humano solo lleva a procesos generalmente efímeros o de proyección incierta.

Finalmente me despido de ustedes con la esperanza de que esta pequeña reflexión ayude a
interpretar y a conocer un poco más la perspectiva que plantea el estudio de los Factores
Humanos.

¡Hasta la próxima!